sábado, 3 de febrero de 2018

589 noches de verano.



Un corazón latiendo fuerte,
el gato del vientre rasgando las paredes,
los labios llenos de humedad,
la ansiedad enferma de las manos.
Las ganas de conocer el mundo explorándote,
la sensatez que ha conocído el ciego
cuando por primera vez mira el cielo
y percibe el azul que siempre estuvo ahí.  
Te reconocí en aquel aeropuerto,
y fue como saber que te busque de siempre
que por fin eras tú, tanto sueño enfrente de mi
Tangente, real y subversivo. 
Lleno de una magia extraña y  poder en la mirada,
que me hacía seguirte sin preguntar más
Con esa forma de convocarme hacia ti,
Mordiéndote los labios y mirándome así  
Y lo recuerdo como si fuera ayer:
El  extraño frió de una noche de verano y tu calor,
El cielo estrellado y dos cuerpos encontrándose
Resumiendo una vida y el verano
en cuatro noches y tres días.   
Encontrándonos en el momento perfecto para decir sí,
para prometernos la vida, para jurarnos el amor,
para grabar mi nombre en tu nombre
y dejarnos arder en las llamas del amor. 
Entonces llegó el otoño,
y a veces tuve frio, melancolía de la vida,
me enfermé de tanto amor,
que escuchaba a la muerte repitiendo mi nombre.
Te miraba y temblaba,
pero quería cantarte y no escuchabas,
Aun hablando los mismos idiomas,
entendernos era un truco de magia.
A ratos, contados y azules,
estar a tu lado, era estar sola dos veces
Te convertiste en un extraño,
un sueño que se desvanecía.
Vi el amor tornándose en carnívoro
en una bestia que me devoraba.
La rutina, la vida, la soledad,
Historias inconclusas que nos acechaban.  
Mientras no te dabas cuenta,
Yo construía muros y me hacía coronas,
con las flores marchitas que caían de mi alma,
donde la repisa de tus cosas favoritas estaba empolvada.  
Y un día, te abrí la puerta de mi ser,
te enseñe todas mis heridas,
te mostré ese lugar que no le había mostrado a nadie
y una a una, besaste mis cicatrices. 
Entonces se derrumbó ese muro que había levantado,
y escuchamos la primera canción que inventó el hombre,
fuerte y clara, sonando fuerte, instrumentada por la fuerza del amor,
incluso el tiempo se detuvo a admirarnos...  
Veinte estrellas fugaces adornaron el cielo esa noche,
pedimos deseos, creamos un nuevo himno y una nueva caricia,
Inventamos un nuevo idioma resonaba en el cielo,
y miradas que podíamos interpretar.
Caricias profundas que sembraban cerezos
que florecían aunque fuera invierno
y le daban color a nuestra casa,
construída con cimientos de justicia y revolución.  
Te reconocí como mi compañero,
y te proclamé mi igual en la batalla,  
una semilla tuya crecía dentro de mi cuerpo
y una semilla mía florecía en el tuyo.   
Nos volvimos parte del mismo paisaje,
el follaje del mismo viejo árbol
que había sonreído a la tierra
desde el principio de los tiempos  
Te miraba con nuevos ojos,
me deseabas con fuerzas magnéticas,
que reposaban en nuestros cuerpos,
que admiraban la afición, tanta fascinación. 
Estábamos rodeados de luz,
en un cuarto sin ventanas
y las ganas de huir
se habían perdido en tu abdomen
Donde había aprendido a renacer,
Creciendo a tu lado y viéndome distinta:
Grande, fuerte, real, ingrávida,
con una canción de reggae moviendo mi alma.  
Bailando sin son en nuestra cama,
marcando rutas para no perderme otra vez,
para volver a ti si te perdía en el camino,
dibujando tu cartografía en mi mano.  
Y otra vez era verano,
aunque el calendario dijera que era invierno,
y aunque afuera hiciera frió,
por dentro, teníamos un sol en el corazón 
que podía dar calor a diez mundos en distintas galaxias,
que nos había encontrado aun en universos paralelos,
que creaba amor que calentaba el conocimiento,
y reforzaba el saber que estábamos unidos por un hilo indestructible
la convicción de saber que ya compartimos las mismas raíces
y nuestro árbol de la esperanza florece todo el tiempo,
porque nuestros nombres son acorde inseparable,
canción de fuerzas imparables ,sin interferencias..

589 noches de verano y
aunque el calendario dice que es invierno,
veo como nunca
cerezos floreciendo todo el tiempo.

jueves, 10 de agosto de 2017

11:45 PM

"Me disfrazo de ti. 
Te disfrazas de mí. 
Y jugamos a ser humanos 
en esta habitación gris. 

Muerdo el agua por ti. 
Te deslizas por mí. 
Y jugamos a ser dos gatos 
que no se quieren dormir..."


Soy un poco torpe pero con todo y mi torpeza te echaba de menos. Me hacía tanta falta recorrerte con mis dedos, frotarte tanto hasta que las yemas me ardieran. Ni poco, ni mucho sino lo suficiente. Lo suficiente para saber que tuvimos horas apasionadas; que nos pertenecimos. Que te besé, te recorrí y tú a mi, de tantas formas.
Y aunque hace diez años no nos entendimos, sé que hoy,  puedo quererte tanto que no me cansaría de intentarlo.
Te deseo y sé que no dejaría de tocarte hasta que me des un gemido de esos que tienen tono y ritmo. Sé que vas a sorprenderme y sé que voy a sorprenderte. Quizá hasta los vecinos tengan envidia al oirnos o quizá, desesperados, nos odien por tanto ruido... ¿Ruido? ¡Pero si joder! ¡Lo nuestros es más que ruido! Aunque carezca de estrofas y armonía.
Te quiero y no puedo aguantarme, quiero que me hagas temblar. Quiero quitarte ese vestido negro y rozarte. Tengo tantas ganas de ti, de aprenderte y que me enseñes lo que te gusta, dominar el arte de tocarte. Sentir que me entiendes y que haces lo posible porque otros también me entiendan.
Esta vez no tengo prisa y me he desecho de mis ancías vacías. Ya no soy una niña ¿Sabes? Me quedo contigo para siempre, para toda la vida,guapa...  ❤

miércoles, 9 de agosto de 2017

Cinco minutos más

Bitácora del no-viaje, día 56.
Boulder,CO.

Ayer lloré por quinta vez desde que llegué a Boulder. Cinco veces en cincuenta y seis días es demasiado, aun para mis récords. Las transiciones son difíciles y esta, me ha vuelto una mujer que desconozco. Estoy fuera de mi, casi todo el tiempo. Aprendiendo.

Luego me dio tremenda felicidad cuando pasé por una tienda de guitarras y encontré una Fender que me estaba esperando. Guapa, elegante y vagabunda. Me guiñó el ojo y le prometí tocarla con respeto y pasión. Le ofrecí un hogar e hice una propuesta: Yo le contaría historias que después contaríamos al mundo juntas. Me llamó 'snob' y cerramos el trató. Salí  de la tienda con el corazón satisfecho.

Estaba muy feliz pero nada se compara con la alegría de pasar toda una vida soñando despertar con él, aun sin saber que existía y  poder correr mis dedos en su espalda, proclamar mi reino en la curva de su nalga izquierda, sentir su pierna sobre mi cadera, que suene el estúpido despertador y él me acerqué más a su cuerpo y yo respire de su pecho. Cinco minutos más. Nada le gana a eso, ni mil Fenders en el mundo.

Seguiré informando.

"Beginnings are usually scary, and endings are usually sad, but it's everything in between that makes it all worth living"

domingo, 9 de abril de 2017

Mi Buena Suerte

                                                    Boulder, Co. USA.


Me sorprende mi mala suerte y que no necesite más; que no me importe no traer patas de conejo en el bolsillo, ni algún otro amuleto que me garantize que todo va a salir bien, aunque por default, mi vida tenga esa tendencia a salir por otro lado y nunca por el esperado. No me importa ya revisar los días trece en el calendario, evitar los gatos negros o perder esa pulsera roja que compre contra el "mal de ojo" en una feria artesanal. Mi mala suerte y yo estamos en paz. Hoy me he convencido de que sí tengo buena suerte y que aunque mi suerte siempre ha estado gafada soy una persona afortunada. Afortunada como nunca y como nadie. Debe ser fortuna despertar en medio de tanta magia y tan satisfecha de todo. Tiene que ser un "bien de ojo" que mi vida este llena de momentos donde siento que mi corazón va a estallar de felicidad, sentir felicidad total. Sentir que si tuviera que morir en ese instante no tengo que pedirle más a la vida, mas que vivir y sentir este momento.

Me ha pasado tanto y tan intensamente en los últimos años, que a veces no me la creo y me vendo la historia de que algo malo está por pasar. ¡Esto no puede ser real!, me digo. Entonces me detengo. Apago la mente. Subo el volumen a mi corazón y me repito: "Está bien, Mar. Tú te mereces ésto..." y respiro...Y me convenzo...Tiene que ser buena suerte que la vida me sonría tanto y que sea Domingo y estés, finalmente, en la misma habitación que yo; es inmensa la suerte de que me mires con esos ojos azules-verdes-grises tuyos y saber que no hay ni una sola parte de mi que no esté convencida de ti. Tú también eres mi buena suerte.

Después de todo,sí tengo buena suerte. :)
Seguiré informando.



sábado, 14 de enero de 2017

La historia de como me volví clavadista.

Nota del autor: Hace algún tiempo, me prometí que no escribiría entradas de amor o relativas al amor. Y si lo hacia,mejor que alguien me diera un golpe en la cara y le evitaría la pena al mundo y no las publicaría. Ya hace unos años que no quiero ser de esas que escriben cosas románticas (aunque bueno, soy una romántica empedernida pero ya es suficiente con serlo, no hace falta dejar evidencia ¿cierto?). Mayormente, lo que escribo aquí, es introspectivo y en gran medida, de esta historia viene tratándose los últimos meses de mi vida, así que aquí les va esta entrada.


En el verano del 2016 me pasó de todo y entre tantas cosas,me volví clavadista de fe y conocí a la persona que vendría a cambiar completamente el rumbo de mi vida. Alguien que desmesuradamente, cambió mi historia.
Lo supe desde el primer día, desde ese momento, de ese ahora en adelante. Si había un antes y un después, habría de marcarse con ese primer día en ese aeropuerto. Lo asumí  también esa misma noche, cuando en el techo de su casa, encontré la métrica que había buscado afanosamente toda mi vida, la exacta y precisa. Lo recibí con los brazos, el alma, el corazón abiertos; convencida que si había algo que saber cuando conoces a alguien que ha de marcar tu historia, yo lo había descubierto de pronto, esa misma noche, sin duda. Lo supe así, con la misma certeza que encontrarlo fue un rotundo golpe de magia. Mi buena suerte. 
Verlo así de repente bajo la luz tenue, fue reafirmar que existen las almas gemelas y que todos mis hilos rojos, me conducían hacia él y sólo él. Había esperado todos mis veintiocho años por ese momento que por fin había llegado. De repente, había encontrado el tesoro marcado en todos mis mapas, había arribado a mi tierra prometida y ahí estaba él. Tan comunista y revolucionario como sólo él puede serlo.

Lo había encontrado y ahí estaba yo, tomando desesperadamente autopistas de experiencias y carreteras secundarias para llegar hasta su tierra mágica. En mi diccionario, en las páginas que hacen alusión al corazón y la vida, el verbo "amar", ya sólo podría tener un significado. Y supongo que asumí, además de todo, que no habría borrón y cuenta nueva. Supe que mi vida, con él y lejos de él, habría de cambiar totalmente. Estuve segura esa noche. Supe que era él y hoy lo estoy aún más.  Amarlo, no iba a dolerme. Amarlo iba a ser tan fácil como complicado. Amarlo debía ser paciente, porque lo que germina toma tiempo y crecer requiere de paciencia. Y aunque yo nunca he sido paciente y he vivido años de lo improvisado, amarlo ha sido la mejor forma en la que la vida me ha invitado a practicar ejercicios de paciencia y fe. Porque amarlo también es tener fe. Fe de que uno de estos días, nuestro amor tendrá permiso para coexistir en el mismo espacio y las visas y los muros nos vendrán sobrando. Amarlo entonces y ahora, sería creer, esperar y soportar; aunque la espera duela y en días como los últimos, sea insoportable.

Aprendí que amarlo, es tener la seguridad y certeza de que podría pasarme la vida entera peleando con la cama por su cuerpo, siendo culpables universales, él y yo, de la subida del mar. Aprendí también que si hay alguien en el mundo con quien quiero compartir todos mis atardeceres, es él. Y que lo que más miedo me da en este momento es no estar a su lado porque he descubierto que no soy sin él. No estoy completa sin ese pedacito de mi corazón que se ha perdido en su maleta. Tengo miedo también a no saber esperar,a mi clásica impaciencia, al ansia de los días, a la necedad viciosa de hacer cuenta con los números del calendario. Tengo miedo de mi misma y de no poder con tanta espera que me hace confundir tsunamis con movimientos sísmicos sobre camas. 

Y aunque yo misma no me la crea y me vea con la suerte rotita de a mucho, me considero una persona afortunada, sí, de momento salada y en pedacitos chiquitos que no encajan pero muy, muy, muy afortunada. No sé cuántas personas han encontrado la mirada exacta en que se puedan perder por horas y horas y descubrir entonces un nuevo lenguaje tan precioso. Cuántas personas han encontrado códigos secretos en una sonrisa, cuentos para no dormir escritos en Braile en la espalda de alguien, canciones que acarician como las olas de un mar en calma. A cuántas personas se les complica la arritmia después de una caricia o un beso, de esos que sirven de pausa, mientras hay verduras del jardín cocinándose en el sartén. Cuántas personas han vivido su vida sin alguien con quien correr montaña abajo y cuántas otras ven el precipicio frente a sus ojos y han decidido saltar a la furia del mar, sin siquiera dudarlo, sólo porque él sostiene su mano. Y saltan y ya. Aunque esto parezca loco y estúpido. Por él, me volví clavadista de fe. 

Y espero. Y desespero. Y me equivoco.Y salto de estupidez en estupidez.Y me vuelvo a equivocar. Y mis ganas se llenan y se llenan. Y se le hacen agujeritos en mi vaso de esperanza. Y se llenan con una de sus sonrisa.Y tengo ganas de verte, tenerte...de amarte bien. 

Y entonces, tacho y sigo impacientemente paciente esperando.  


miércoles, 23 de noviembre de 2016

Que ya se acabe Noviembre. Puto y ridículo Noviembre.

Oaxaca, México.
7:33.

No me había importado nada desde entonces. Había pasado Octubre con sus lunas adornadas y las promesas que este mes siempre dejaba regadas y rotas. No era novedad. Lo amaba y odiaba en silencio; puto mes, siempre confundiéndome y tejiendome telarañas en la cabeza. Entonces, Noviembre me caía mejor. Era el mes de la promesa. El mes en el que yo y mi mochila nos hacíamos una. Inseparables como nadie, mejores amigas y cómplices. Noviembre siempre me llenaba los mil vacíos que el no saber amar a nada, me dejaba por todas partes. Siempre quería sentirme como una Reggeadera y terminaba como una coladera, llena de agujeros y ganas de poder querer 'bien'.

Noviembre siempre era ese mes donde algo en mi germinaba y bonito, donde me pasaba todo lo mágico, donde había kilómetros, vino, besos, paisajes y fe, un montón de fe.
La fe de un día encontrar lo sea que fuera que estuviera buscando, comer algo nunca antes probado, olor a nuevo y a aventura.

Noviembre siempre había sido todo lo opuesto a lo que es hoy. Siento un delirio se persecución y desesperación. Día tras día, duda tras duda, pleito tras pleito, herida tras herida, revolución y guerras donde no gano nada y pierdo todo. Estoy en penalties y no me queda tiempo extra. Fallo y fallo intentando  encajar aún sabiendo que no soy pieza de ningún rompecabezas pero aún así, esta necedad absurda, me hace seguir intentando... Hoy ha sido uno de los días más largos de mi vida. Quiero realidad y sólo he vivido falacias, rosas secas. Ya no quiero esto,quiero que termine Noviembre.

Tanto, que  siendo una gran escéptica ahogada entre tanta mala suerte, me he puesto una pulsera roja y he considerado hacerme una limpia. De algo tiene que servir, algo tiene que ayudar.

Pido a gritos un time out y algún truco tonto para escapar de mi.

Seguiré informando.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Del blanco al color.

Nota del autor: Dice Blogger que la última vez que publiqué fue en Mayo. Para mi se siente como si hubiera sido un año y no un par de meses. Me paso de tanto en tan poco que me suena irreal que hayan pasado tan sólo 4 meses desde la última vez que tomé mi idea y la regalé a la red pública. No es que haya vuelto del todo, es que tengo algo que contarles. Es algo bueno.


Boulder, Colorado, USA.
26/09/2016





¿Y qué hace un a mujer como yo rodeada de tanto blanco?  Es extraño. Hace algún tiempo me había convertido en juntaletras. Llenaba mis vacíos con letras y rimas de esas que no riman para encajarlas milimétricamente en cada huequito. Sé que hasta entonces, me habían encantado  las frases hechas y las canciones que ambientaran mi tragicomedia y me ayudaran a ponerle música de fondo a este viaje. Siempre buscando, como buena literata y traductora bien entrenada pero nunca ejercida, la palabra adecuada en el momento indicado. 

Y ahí estaba yo un día, sin palabras, sin historias, sin ganas de nada; rodeada de tanto blanco. Rodeada de papeles arrugados en los bolsillos y un diez determinante; cuatro por dos, más dos,mas uno, menos un intento fallido de algo que quería y no podía ser. Había tanto que decir pero no había verbo en la historia de los diccionarios y de la RAE, que le hiciera justicia a tanta intensidad. Nada de nada. Tenía una severa crisis de luz y me había quedado sin pluma. Sí, ahí estaba yo, la de siempre pero sin letras. 

Me había quedado con todo y sin nada, tenía en la mochila una libreta con un par de hojas sin anotaciones y una pluma sin tinta. Salvada por las campanas, por heroicas y valientes campanadas, recordé el par de pinceles y óleos que tenía hace tiempo guardados en el cajón. Un par de bastidores y una revolución de color me había salvado la vida. Ésto no ha de ser perfecto pero ha de ser real. Lo necesito, lo necesitaba para vivir y sentirme más viva. Lo pedía para sanar y ser sanada. Lo ideal para sentirme útil y no utilizada. En serio, en serio, ¡En serio lo necesitaba!. 
No sé si se me nota, si tú lo notas, cuánto necesitaba un poco de color entre tanto blanco. Cuántas ganas tenían las manos de jugar con un par de pinceles y colores. 

Y aquí estoy yo, sumando, restando, multiplicando, calculando colores que encajen en tu métrica, en nuestra métrica; colores que tengan armonía y que si no la tienen, nos gusten. Con todo esto tengo para entretenerme un tiempo y mejor no te digo cuánto. No vamos a contarlo. Mejor pensar que tendrémos una prórroga, que nuestro arte tendrá prórroga. Mejor pensar que esta sonrisa, que me delata de trancazo, tiene trabajo y paredes blancas para rato. Mejor pensar que hay arte para toda la vida y que en el mundo hay mil y un espacios en blanco. Espacios que necesito para recuperar la ilusión, la magia, la necedad de buscar paisajes que me lleven al arte; más para sentir y plasmar que para olvidar. 
Necesitaba esto y de alguna manera mágica e irracional me ha llegado, como un bolazo de nieve que te avientan de trancazo, blanco y espontáneo; necesitaba el impacto del blanco. De tanto blanco que quiere cambiar al color. Un impacto que sin cuidado me recordara lo que soy y lo que quiero ser.

¡Las revoluciones nos preceden y aquí hay una de color!.
Seguiré informando.